viernes, junio 23, 2006

Ausencia

Está bien, lo siento… La terrible ausencia de mi propia existencia al margen de la vida aconteciendo alrededor de mi carne no podía mas que reflejarse en la esterilidad de éste espacio. Son meses, espera, la amarga y lenta putrefacción de quien en medio de un alto se sabe y se encuentra de repente con la mas terrible y absoluta de las soledades, aquella que en otros tiempos ha sido tan bienvenida y amada y que ahora taladra tan profundo impregnando todo con su hedor y calando… calando… tejiendo lentamente una red donde los rencores y miedos se acomodan tan a gusto, devorándose y renaciendo de ellos mismos… La terrible ausencia de mi propia existencia, que hace abrir los ojos por las mañanas con esa grande incertidumbre acerca de la veracidad de lo que pasó ayer y antes de ayer y patéticamente antes de antes hasta rincones en donde todo se diluye en la neblina de la memoria…
Ésta terrible ausencia de mi propia existencia, que por el miedo a perdonar y perdonarme me ha llevado fuera de sendas tan claramente vislumbradas en aquéllos viejos tiempos en los que simplemente ser yo era el centro estático e inamovible del universo, que tan vertiginosamente giraba y podía ‘valemadrerme’ tanto.
Ésta terrible inexistencia que me pudre en mi miedo, que me regala tanto sueño, que me entrega cotidianamente a mi cama, a mi diario altar de sacrificios, donde se queda el sangrante corazón, que me impide crear, soñar, ver, respirar… ser…Los dedos comienzan a moverse, mas no el alma aún… sin embargo el grito ahogado sigue pujando. El lado izquierdo de mi cama sigue vacío, ella no volverá y no importa tampoco, al final se libró de la terrible destrucción. Quizá mañana sea otro día. Me inmolo de nuevo al altar, esperando que quizás mañana el hedor comience a irse.


Sonando: "Qué será de tí", con Roberto Carlos... Y NO... no estoy para objeciones al respecto...

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