Una araña con memoria va tejiendo desesperanzada la trampa para un asesino. Sabe, como nosotros, que Miguel Ángel Cavallo debe morir y le parece justo (como lo justo le parece que debe ser necio) que de vez en cuando se ahogue en el recuerdo de tanto muerto. Por eso es que la araña desesperanzada no olvida. Por eso tiene una lista de todos los militares, de todos los capitanes, de todos los torturadores, de todos los huérfanos, de todos los aviones, de todos los helicópteros, de todos los miedos.
En su telaraña ha caído el asesino. Se ha escondido la cara, la picana y el nombre. Lucha por zafarse, escupe, se ríe, da entrevistas y por supuesto miente. Pero a todo intento se encuentra con la red de la araña desesperanzada, que tiembla de dolor y se pide a si misma dejarse hundirle los dientes.
El asesino está cansado, se ha dejado atrapar.
La araña respira y comienza a tejer esperanzada...
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